jueves, 17 de marzo de 2011

Los horarios son androcéntricos

Arranca el mes de la mujer y se llenan las calles y las agendas de actos reivindicativos que proclaman la igualdad como eje fundamental y valor universal. La Asociación Búscome no quiere quedar ajena al 8 de marzo porque considera que a veces, es necesario recordar a una sociedad entera que actualmente todavía la desigualdad tiene nombre femenino.


No podemos negar una realidad y aunque se ha avanzado mucho en los últimos años en temas de igualdad, actualmente las mujeres seguimos padeciendo unos de los mayores problemas dentro del ámbito laboral, profesional, de ocio y tiempo libre.



El sistema de trabajo y sus horarios son absolutamente machistas y fueron diseñados exclusivamente por hombres y para hombres. Fiel reflejo de ello es el desigual uso del tiempo de mujeres y de hombres. Pues las mujeres emplean mucho más tiempo que los hombres en tra­bajos no remunerados (básicamente, dedicadas a las tareas domésticas y de cuidados), mientras que estos últimos se de­dican con intensidad al trabajo remunerado (o empleo). El re­sultado es una gran dificultad para el empleo y la promoción profesional de las mujeres, además de para su participación en otro tipo de actividades de ocio, comunitarias, políticas, etc. La mujer tiene muy difícil poder ascender o dedicarse a puestos de trabajos donde deban tener una gran dedicación pues hoy en día la sociedad no está preparada para asumir la conciliación a grandes rasgos, de una manera práctica y realista. Por tanto, ese rechazo de la mujer a conseguir una aspiración profesional y vocacional no es, en la mayoría de los casos, una opción personal sino una imposición atribuida por la implantación de los roles de género. Se responsabiliza a la mujer para buscar la medida de dicha conciliación y acaba optando por las soluciones que la ley le ha facilitado repercutiendo no sólo en la calidad y el bienestar social y económico sino en la productividad empresarial.


Por tanto debemos luchar por distintas vías de acción para mejorar las circunstancias laborales de la población y favorecer la conciliación, que van desde el protección de la igualdad y la corresponsabilidad por parte de las instituciones hasta el establecimiento de estímulos a planes empresariales de igualdad o la reordenación de los tiempos de los servicios de cuidados y los del mercado de trabajo, flexibilizando los horarios y privilegiando la gestión por objetivos más que por asistencia.

Pero el problema no está sólo en las empresas que no quieren flexibilizar los horarios sino en la sociedad en su conjunto porque cada entidad, organismo y espacio influye en potenciar esa discriminación hacia las mujeres que tienen que ver cómo se le reduce el abanico de posibilidades y como debe de conformarse a cumplir con un horario reducido al no ser que haga uso de otra población también discriminada como es el caso de los mayores o contribuyen a favorecer a la contratación precaria en el sector servicio de mujeres que a su vez también tienen que hacer frente a una situación familiar similar.

Pero si hacemos un análisis del escenario en el que diariamente tiene que situarse la mujer vemos que ésta tiene que combatir no sólo con la dura tarea del trabajo del hogar, la educación de los hijos y las hijas y el cuidado en la mayoría de las veces de los y las mayores, sino que tiene que enfrentarse a las duras criticas de una sociedad que las culpabiliza de su incorporación al mundo laboral y la sitúa como a una de las causantes de la desestructuración de las familias, y del ambiente en el que crecen los niños y las niñas hoy en día. Además, vemos como reducimos considerablemente nuestra formación y nuestro trabajo en asociaciones, sindicatos y partidos políticos porque hasta ahora son pocos o casi ningunos los que te permiten acudir con ellos y ellas… ¿Tanto cuesta invertir en espacios lúdicos? En definitiva, ya no hablamos sólo de política de empleo, ni de organización empresarial, sino concienciación social.

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